Existe una amplia cantidad de corrientes psicológicas, de las cuales se derivan diversas terapias dedicadas al tratamiento de diferentes problemáticas. En la actualidad uno de los enfoques más predominantes es el cognitivo-conductual, focalizado en los procesos mentales y su relación con la conducta.

Las terapias derivadas de este han ido evolucionando con el tiempo en función de los avances en la comprensión de los procesos mentales y la superación de limitaciones previas. Uno de los tratamientos más recientes es la denominada psicoterapia analítico-funcional.

Psicoterapia analítico funcional: sus premisas básicas

La psicoterapia analítico funcional es un tipo de tratamiento psicoterapéutico centrado en la emisión de patrones de conducta y su funcionalidad y en su abordaje a partir de la vinculación positiva entre terapeuta y paciente como mecanismo para promover el cambio conductual hacia comportamientos y creencias más adaptativos, así como de la importancia del lenguaje.

Se trata de un tipo de terapia que forma parte del repertorio de las terapias de modificación conductual de tercera generación. Como el resto de este tipo de terapias tiene en cuenta el contexto en el que se producen las conductas, se centra en las relaciones interpersonales como mecanismo para provocar una mejoría en la vida del paciente y otorga gran importancia al entorno social y a la comunicación como elementos que originan los problemas y que a su vez pueden resolverlo.

Se busca tratar no los síntomas, sino la causa de que éstos aparezcan. Si bien forma parte de la corriente cognitivo-conductual se aproxima e integra conceptos e ideas de otras corrientes como la psicodinámica o la sistémica.

La base de la psicoterapia analítico funcional se encuentra en lo que el sujeto hace y dice en la propia sesión, las cuales permiten ver aspectos de su actuación en la vida real. Su comportamiento en consulta y los problemas que en ella manifiesta van a ser representativos de los que realiza fuera de ella.

Se le da una especial importancia a la conducta verbal y a la forma de expresarse, puesto que ayuda a observar el tipo de conductas realizadas y a que se atribuyen. Lo que se busca es que el paciente haga un análisis de la propia conducta e interprete sus causas y que, a su vez, mediante la relación terapéutica se potencien las conductas a una mejoría y provocan cambios en la funcionalidad que el sujeto otorga a su conducta.

Los diferentes tipos de conductas clínicas

Como hemos dicho lo que el sujeto dice o hace en consulta es el elemento principal con el que trabajar en la terapia analítico-funcional. Estas conductas que el paciente lleva a cabo durante la sesión son equivalentes a las que lleva a cabo en su vida diaria en lo que se refiere a la función que el sujeto les otorga. Se trata de las conductas clínicamente relevantes, entre las cuales destacan tres subtipos.

En primer lugar las conductas relevantes tipo 1 o aquellas vinculadas al problema o trastorno del sujeto tratado. Son las conductas problemáticas que el sujeto manifiesta o realiza durante las sesiones. El objetivo es reducir estas conductas, pero para ello el terapeuta debe provocarlas durante la sesión con el fin de poder trabajarlas. Ejemplos de ello son la dependencia, la búsqueda excesiva de aprobación o el rememoramiento de determinados recuerdos.

Un segundo tipo de conductas son las de tipo dos, aquellas que generan una mejoría o una manera distinta y más positiva de afrontar la situación problema. En este caso estamos ante conductas que han de potenciarse en la medida de lo posible, de una forma genuina y verdadera.

Por último, las conductas tipo tres se refieren al conjunto de atribuciones o creencias del paciente hacia su propio problema, las cuales se busca analizar conjuntamente para determinar que función cumplen para el sujeto y que circunstancias las genera. Es decir, porqué cree el paciente que actúa como actúa y que hace que lo haga de esa manera en concreto. Se busca fomentar que el paciente analice su propia conducta de manera que pueda generar modificaciones positivas.

Elementos que ayudan a clasificar las conductas

La identificación de las diferentes conductas que el sujeto lleva a cabo en su vida cotidiana se lleva a cabo principalmente a través del análisis de la propia sesión y del lenguaje empleado por el paciente.

En el primer aspecto destacan el surgimiento de elementos como la temporalidad de las sesiones, la existencia de períodos temporales sin sesiones o los fallos o aciertos cometidos por el profesional. Todo ello va a tener un efecto y va a ser indicativo de la forma de proceder del paciente.

En cuanto al lenguaje, resulta relevante tanto lo que el paciente dice como lo que no, y la forma de decirlo. Por ejemplo que evite hablar de determinados temas, que realice o responda a peticiones, cómo se refiera a sí mismo o a que atribuya los sucesos. La intención con que se comentan las cosas o la función que el sujeto le da al lenguaje es también material de análisis.

Actuación terapéutica

Durante la psicoterapia analítico funcional, la actuación del terapeuta es de gran importancia y un pilar básico para el buen funcionamiento terapéutico.

En este tipo de terapia el profesional ha de atender a las conductas clínicamente relevantes que se produzcan durante la sesión, así como trabajar por construir con el paciente una relación terapéutica positiva que permita en primer lugar que se expresen las conductas problema e incluso provocarlas deliberadamente en consulta.

Ha de ser capaz de ver a través del análisis de las conductas y expresiones qué es lo que refuerza las conductas desadaptativas y la función que estas tienen para el paciente, así como qué conductas resultan positivas para producir una mejora. Asimismo ha de motivar y favorecer que aparezcan conductas que produzcan una mejoría en dichas conductas, de una forma natural.

Por último, resulta fundamental generar en el paciente la capacidad de analizar su propia conducta y visualizar la equivalencia entre sus conductas dentro y fuera de terapia.

¿En qué casos se aplica?

La psicoterapia analítico funcional tiene aplicación en una gran variedad de problemas psicológicos y trastornos. Su funcionamiento resulta efectivo para tratar problemas del estado del ánimo, autoestima, trastornos provocados por traumas, relaciones interpersonales y trastornos de la personalidad (como el histriónico o el dependendiente)

Referencias bibliográficas:

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