¿QUÉ ES ACT?
La Terapia de Aceptación y Compromiso, se ha desarrollado coherentemente con un marco teórico y filosófico que está a la base de esta intervención, y está fundamentada en investigación básica y aplicada.
Emplea la aceptación, entendida como la capacidad humana de experimentar, la capacidad de estar conscientes, en el aquí y el ahora, de las sensaciones, los pensamientos, sentimientos, emociones, recuerdos, imágenes, etc. (eventos privados). Esta capacidad de estar conscientes vendría unida al compromiso de llevar a cabo acciones acordes con los valores personales y también estaría vinculada con las estrategias de cambio necesarias para aumentar la flexibilidad psicológica. La flexibilidad psicológica hace referencia a la posibilidad de contactar con los eventos privados que ocurren en el presente, tanto como nos sea posible como seres humanos, al tiempo que elegimos bien abandonar o bien persistir en una acción que implica malestar pero que está al servicio de los valores que uno identifica como propios.
Basada en la Teoría del Marco Relacional, ACT sostiene que a la base de los problemas psicológicos se encuentra el lenguaje, haciendo inevitable que en ciertas condiciones surjan pensamientos y sensaciones que puedan vivirse como molestos. El hecho de ser verbales, facilita, además, el que las personas se enreden en luchar contra los propios eventos privados, y persistan en ello a pesar de que con frecuencia los resultados de tales luchas resulten contraproducentes. Mediante metáforas, paradojas y ejercicios experienciales los clientes aprenden a contactar con los pensamientos, sentimientos, recuerdos y sensaciones, tanto los previamente temidos y evitados como cualesquiera otros que surjan. De esta forma, las personas aprenden la habilidad de re-contextualizar estos eventos privados, clarifican lo que les importa en su vida; lo que en el fondo y radicalmente valoran, y adquieren el compromiso con los cambios necesarios en la acción.
ACT sostiene filosofías de vida que han sido expuestas a lo largo de la historia en numerosas ocasiones. Sostiene que el sufrimiento humano forma parte de la vida como algo inherente a la condición humana. Este hecho conlleva aceptar las condiciones que impone el hecho de haber aprendido a ser seres verbales y, por tanto, seres a quienes la comunidad verbal ha enseñado a pensar sentir, recordar y planificar. Estas habilidades, sumamente importantes en nuestra evolución como especie, implican a su vez asumir las dos caras del hecho de ser seres verbales. Por un lado, el ineludible hecho de poder disfrutar al recordar hechos pasados y disfrutar al pensar en otros que aún no han ocurrido, y por otro lado, el también ineludible hecho de sentirnos mal al recordar, imaginar, pensar en el futuro, al comparar,…
Nos referimos al malestar, al sufrimiento que sobrevienen, por ejemplo, al echar la vista hacia atrás, al recordar o imaginar sucesos desagradables, al comparar lo que quisiéramos haber conseguido y lo que tenemos, al compararnos con otros, al imaginar problemas, dificultades o resultados negativos. Sufrimiento por no querer sentirnos mal, por los pensamientos y sentimientos recurrentes que sobrevienen y que no deseamos…
ACT sostiene que la comunidad verbal -la cultura- enseña que el malestar, la tristeza, es un problema a solucionar y, por tanto, enseña muchos modos para tratar de evitarlos y para eludirlos. Sin embargo, centrar la vida en eliminar o evitar el malestar, los pensamientos y recuerdos molestos produce un efecto contraproducente. Con frecuencia, los intentos por eliminar, evitar, los pensamientos y recuerdos y, consecuentemente, los intentos por buscar sentirse bien de inmediato -y casi siempre, no sólo no lo consiguen sino que generan un efecto “boomerang”. Paradójicamente, lo que no se quiere, se hace más presente y se extiende a numerosas áreas de la vida personal, de modo que esa constante lucha por la inmediata eliminación del malestar, como requisito para vivir, no sólo extiende el malestar sino que provoca un alejamiento de la persona de aquello que, finalmente, es importante. Siendo así, la vida queda reducida a acciones dirigidas a una lucha constante contra el malestar, contra los miedos, contra las sensaciones y recuerdos desagradables, etcétera; en vez de una vida dirigida a vivir, a la obtención de reforzamiento positivo.
La investigación básica sobre la emergencia y transformación de las funciones psicológicas explicaría estos efectos paradójicos en la lucha contra el malestar, y proporciona alternativas que resultan en verdaderas soluciones para vivir. Desde esa investigación, ACT sostiene que el crecimiento personal implica aprender a perseverar y mantener la actividad encaminada a conseguir objetivos vitales y relevantes para la persona, aceptando el malestar que conlleven dichos recorridos. Dicho de otro modo, con la responsabilidad en las elecciones personales y lo que ello conlleve. Son, pues, los recorridos valiosos, elegidos, libre y responsablemente, por la persona, los que llevan la batuta y acompasan el malestar que sobreviene, como barreras psicológicas, al proseguir tales elecciones. Desde ACT se resalta el compromiso con las trayectorias valiosas que uno elige y, por tanto, con la plena conciencia de la aceptación de los pensamientos, recuerdos y sensaciones que emerjan en cada momento de acuerdo a la historia particular de cada uno.
ACT se asienta en el contextualismo funcional que conecta con la posición del conductismo radical y el interconductismo, en tanto que sostiene que cualquier evento debe interpretarse como un acto inseparable de su contexto actual e histórico. Desde estas perspectivas, es determinante el análisis de las funciones del comportamiento humano, en general, y de los denominados trastornos psicológicos, en particular, a fin de entender su génesis y su persistencia y extensión. El análisis funcional tiene una amplia base experimental, pero el análisis funcional del lenguaje y la cognición ha dejado huella a partir de las investigaciones en las últimas dos décadas sobre la emergencia de nuevos comportamientos, el comportamiento relacional, y la derivación de funciones psicológicas. La teoría que ha comenzando a integrar todos estos hallazgos ha sido denominada Teoría del Marco Relacional y los frutos que están emergiendo son esenciales para entender la génesis de sensaciones y pensamientos y tanto la función que muestran como el cambio de tal función. En el ámbito de la psicopatología, esta investigación ha permitido aislar el concepto de Trastorno de Evitación Experiencial, o Evitación Experiencial Destructiva, como un patrón troncal en la mayoría de los Trastornos Mentales típicamente diferenciados en los sistemas actuales de clasificación.
El Trastorno de Evitación Experiencial (TEE) o Evitación Experiencial Destructiva sería un modo rígido de regulación de la vida que finalmente resulta en ir “contra la vida”. Es decir, que la persona concibe que para poder vivir es necesario estar libre del malestar, y cuando éste sobreviene en compañía de pensamientos, recuerdos y sensaciones molestos, la persona actúa fusionada a todo ello; actúa con el fin de evitar y escapar del malestar como un objetivo necesario para poder vivir. El verdadero problema surge cuando el resultado de tal estrategia resulta paradójico, en tanto que, a la larga, lo que se pretende evitar, se amplía y fortalece, mientras que la vida, se hace cada vez más pequeña y pobre. El nivel de destrucción de la regulación de evitación experiencial se incrementa cuanto más alto es el nivel de fusión e inflexibilidad con el malestar que muestre la persona en cuestión.
La Evitación Experiencial Destructiva es la regulación limitante e inflexible que está a la base de trastornos con distinta sintomatología. Por ejemplo, cuando una persona se empeña sistemáticamente en eliminar sus pensamientos obsesivos, como algo vital, y lo que consigue es, por un lado, que los pensamientos obsesivos y el malestar se extiendan e intensifican, y por otro lado, que la vida se haga cada vez más estrecha y limitada. Lo mismo cabe decir cuando una persona con problemas de ansiedad intenta a toda costa controlar dicha ansiedad y el resultado es paradójico (más ansiedad y menos vida). O cuando una persona, que vivió experiencias traumáticas, intenta todo el tiempo olvidar y no experimentar los recuerdos de lo vivido y, al igual que en los casos previos, el resultado que la persona vive es: más malestar y más dificultades para olvidar y, sobre todo, menos vitalidad. O cuando un individuo con problemas de erección se enzarza en una lucha por conseguir dicha erección y evitar perderla, resultando en lo contrario y en limitación para llevar a cabo las interacciones que desea.
Contenidos tomados de diferentes fuentes. Pueden consultarse en:
• Wilson, K., y Luciano, C. (2002). Terapia de Aceptación y Compromiso: Un tratamiento conductual orientado a los valores. Madrid: Pirámide.
• Luciano, M. C., y Hayes, S. C. (2001). Trastorno de Evitación Experiencial. Revista Internacional de Psicología Clínica y de la Salud, 1, 109-157.
• Luciano, M. C., Valdivia, S., Gutiérrez, O., y Páez, M. (2006). Avances desde la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). EduPsykhé. Revista de Psicología y Psicopedagogía, 5(2), 173-201.
Más información en inglés:
https://contextualscience.org/act